En los últimos años, la uva ha disputado con éxito el liderazgo de la canasta agroexportadora peruana junto al arándano y la palta. Y con la consolidación de nuevas regiones en producción, como lo es Piura, el Perú está en capacidad de realizar envíos de uva prácticamente todo el año, aunque con una alta concentración incluso entre noviembre y diciembre (51% del total).
El 2022 fue un buen año para la uva, con 573,006 toneladas exportadas por un valor de US$ 1,403 millones. Un crecimiento de 10% en volumen y en valor, con un precio estable en US$ 2.45 por kilogramo. Durante el 2022 los principales mercados fueron los Estados Unidos (47% de participación), los Países Bajos (11%) y México (6%).
El mercado norteamericano presentó el mayor crecimiento en su demanda. Solo en Estados Unidos, la compra creció en 16%, generando espacios para la colocación de uva fresca. Esta oportunidad no solo fue aprovechada por los exportadores peruanos, sino que grandes competidores directos como Chile y Sudáfrica también observaron sus envíos crecer considerablemente en esta plaza. Las exportaciones de uva hacia los Estados Unidos sumaron 257,623 toneladas por US$ 655 millones, 22% mayor en volumen y 24% más en valor en comparación al 2021. Con respecto al precio, en promedio se recibió US$ 2.54 por kilogramo, 2% por encima del 2021.
Por otro lado, en México también se observó uno de los mayores aumentos de demanda por uva. Sin embargo, al parecer en esta región los envíos no fueron tan ordenados, pues la cantidad de volumen que llegó generó una ligera caída en los precios obtenidos (-2% para cerrar en US$ 1.66 por kilogramo). Las exportaciones hacia México sumaron 39,511 toneladas por US$ 86 millones, 66% mayor en volumen y 61% superior en valor con respecto al año anterior. Con ello, se observó uno de los mayores crecimientos anuales debido al aumento de la demanda en este país.
Por su parte, los resultados en la región europea no fueron tan positivos. Durante todo el 2022, se presentó un incremento superior al 40% en los envíos de productores como India y Sudáfrica. Esto generó un sobreabastecimiento en el continente, que se sumó al buen año en la producción interna de Europa y le quitó espacio al producto peruano, además de presionar el precio a la baja. Las exportaciones de uva hacia los Países Bajos sumaron 76,280 toneladas por US$ 156 millones, 12% menos en volumen y 15% menos en valor con respecto a similar periodo del año anterior. Con respecto al precio, este fue en promedio US$ 2.04, 3% menor al año 2021.
UN PANORAMA INCIERTO PERO POSITIVO PARA EL 2023
Con un 2022 tan positivo, se esperaba un 2023 también fructífero. Sin embargo, el inicio del año presentó un contexto con grandes retos por efectos exógenos al sector. Los conflictos sociales en el sur dificultaron los despachos de uva de Ica, mientras que el ciclón Yaku se encargó de generar restricciones en las exportaciones del norte del país, en especial de Piura. A pesar de ello, los envíos de uva lograron salir airosos, al presentar un crecimiento de aproximadamente 18% en el primer trimestre.
Las expectativas para el 2023 tras superar esos primeros escollos parecían muy positivas. El ingreso de la uva peruana en Japón e Israel genera cierto potencial de un mayor crecimiento al obtenido en el año anterior. Además, con respecto a los volúmenes, el rendimiento por hectárea sigue en aumento gracias a las inversiones de años anteriores en el cambio varietal. Las proyecciones anuales eran superar las 600 mil toneladas, es decir un crecimiento de entre el 11% y el 13%.
Por el lado de los precios, la expectativa era más conservadora. La presencia de Sudáfrica e India en la plaza europea está más que establecida y la competencia continuará férrea en Norteamérica. Por tanto, se espera que los precios se mantengan o registren un lígera caída (-2%). Con ello, se esperaba que el valor exportado registrase un crecimiento de entre 10% y 12%, superando los US$ 1,540 millones en el año.
Sin embargo, existe una amenaza latente que cada vez parece más real. Los desastres naturales por el efecto climático que han afectado al Perú en los últimos meses no incluyeron el paso de Yaku. El ciclón fue solo parte de algo más grande. Hoy se discute si se trata de un Niño Costero o un Niño Global, pero eso solo significa cuán largo será el problema. Si acabará en mayo-junio o si se alargará hasta octubre.
Lo que está claro es que, independientemente de qué fenómeno se trata, el proceso agroexportador es muy frágil. Muchos productos se han visto retrasados en su cosecha y despacho por las inundaciones en el norte del país, incluyendo a la uva. Además, afectaron negativamente la etapa de crecimiento de cultivos en regiones como Piura. Las grandes cantidades de agua que provoca este fenómeno alteran los procedimientos de Fertirriego, lo cual puede repercutir en el rendimiento final por hectárea. A esto hay que adicionar un probable fenómeno El Niño Global que perjudicaría aún más las etapas de crecimiento de la uva y su procesamiento.
A pesar de ello, el optimismo parece no querer alejarse de los productores de uva. Aun con todo lo que ya se experimenta, las expectativas del volumen exportado para este año no han caído dramáticamente. Se tiene una gran expectativa sobre la fortaleza de la tecnificación y prevención que se han incorporado a los cultivos en los últimos años, por lo que aún se prevé un recimiento en volumen de entre 9% y 11%, con un precio estable.