Los cítricos en la región han sido siempre un producto de mediana importancia. Dentro de este grupo, la mandarina ha sido la que más ha resaltado en los últimos años, especialmente en el Perú. Sin embargo, las variedades y las ventanas comerciales se han mantenido estáticas en el tiempo, lo que ha contribuido al estancamiento del producto, relegando a la mandarina a la posición actual en la canasta agroexportadora.
Desde las últimas sacudidas en el mercado mundial, como la pandemia y la gran crisis logística, la oferta peruana parece haber encontrado una oportunidad para mejorar y apostar por un cambio. En las últimas campañas, se han observado avances positivos y una orientación hacia la competencia en los principales mercados con mejores variedades y ventanas comerciales más amplias.
En un inicio, las principales variedades ofrecidas por el Perú eran bastante genéricas y poco valoradas. En la actualidad, existen tres grandes grupos de mandarinas exportadas, cada uno con subvariedades más o menos valoradas: las satsumas, con un 5% de participación incluyen subvariedades como la Owari o la Okitsu; las clementinas, con un 7% de participación incluye a las Primosole u Octubrina; y el grupo que domina la exportación y representa el cambio en la producción son las híbridas, con cerca del 87% de participación y que incluye a las subvariedades Murcott o Tango. Esto es una excelente noticia, ya que las variedades híbridas suelen tener mayor demanda y su manejo en campo es más eficiente.
También es importante agrupar las variedades según su temporada de cosecha: tempranas (abril a junio), medias (junio a agosto) y tardías (agosto a noviembre). En el Perú, inicialmente dominaban las variedades tempranas y medias, lo que impedía aprovechar los buenos precios a finales de año. Sin embargo, esto ha cambiado en los últimos años. Solo en la temporada que ha terminado, la variedad satsuma está siendo reemplazada en los campos rápidamente por variedades más tardías, reduciendo su presencia en más del 38% en volumen. Mientras tanto, variedades tardías como Murcott u Orri han experimentado crecimientos superiores al 60% en volumen.
En este contexto, el 2024 fue una campaña excelente y marcó el camino para el futuro de la mandarina peruana, con un total de 245,766 toneladas exportadas por un valor aproximado de US$ 325 millones. Esto representó un crecimiento del 14% en volumen y 27% en valor. El incremento productivo respondió principalmente a la expansión de los cultivos iniciada en el 2022, así como al cambio de variedades mencionado anteriormente. En cuanto al valor, el precio favoreció este crecimiento debido a un aumento superior al 12%, alcanzando un promedio de US$ 1.32 por kilogramo. Las razones detrás de esta subida son múltiples: la sostenida demanda, nuevos tratados comerciales (como los obtenidos con Asia) y la mayor valorización de las variedades tardías. Además, el hemisferio norte se quedó sin producto rápidamente, lo que benefició a la mandarina peruana.

Sin embargo, no todo fue positivo. La reducción de los envíos tempranos no solo se debe a cambios varietales, sino también al impacto de los problemas climáticos del 2023. Por lo tanto, es esperable que la próxima campaña del 2025 se normalice y se logre un crecimiento más homógeneo.
DINÁMICA INTERNACIONAL
Estados Unidos fue nuevamente el principal destino, con 140 mil toneladas enviadas por un valor aproximado de US$ 192 millones, lo que significó un crecimiento del 35% en volumen y 44% en valor. Esto se debió, en gran parte, al vacío dejado por España como proveedor, sumado a la preferencia por variedades tardías sin semillas, como Murcott y Tango. Este escenario también impulsó el precio promedio en este mercado, con un incremento cercano al 7%.
En Europa, la situación no fue tan positiva, ya que se enviaron solo 53 mil toneladas por un valor de US$ 63 millones, lo que representó una caída del 11% en volumen y casi un 2% en valor. Sin embargo, el precio aumentó cerca de un 11% debido a la mejora en la calidad de las variedades exportadas.
México, por su parte, fue el país con mayor expansión en el año, con cerca de 21 mil toneladas exportadas por un valor aproximado de US$ 30 millones, lo que representó un crecimiento del 117% en volumen y en valor. En cuanto al precio, este se mantuvo prácticamente estable. Este incremento parece responder al vacío estacional que se presentó a partir de junio.