El Perú ha estado en una transición constante en busca de nuevos mercados para su agroexportación. Sin embargo, aún mantiene una marcada dependencia de Estados Unidos como principal destino. En la actualidad, aproximadamente el 36% de los envíos agrícolas peruanos tiene como punto de llegada este país.
El comercio con Estados Unidos ha crecido de manera sostenida desde la firma del Tratado de Libre Comercio en el 2006, que entró en vigor tres años después y facilitó el acceso de los agroexportadores peruanos a este vasto mercado. Y si bien en los últimos años se observa un auge de economías como China y Alemania, su demanda por productos agrícolas peruanos continúa siendo considerablemente menor en comparación con la de Estados Unidos.
El crecimiento de la agroexportación peruana hacia este destino ha sido tan significativo que, en el último año, el país logró posicionarse entre los tres principales exportadores de frutas y hortalizas hacia EE.UU., desplazando a Brasil y ubicándose solo por detrás de Canadá y México. Este logro es particularmente destacable considerando que el Perú no posee la extensión territorial de Brasil ni comparte frontera con Estados Unidos.
Este éxito ha sido impulsado por el sólido posicionamiento de productos clave para la agroindustria peruana, como el arándano, la uva y el café. Solo en el 2024, las exportaciones agrícolas peruanas hacia este mercado alcanzaron la cifra de US$ 4,368 millones, lo que representó un crecimiento del 25% en comparación con el año anterior, superando el desempeño obtenido en la mayoría de los otros destinos de los productos peruanos.

El arándano se consolidó nuevamente como el principal producto de exportación, con 172 mil toneladas enviadas y un valor aproximado de US$ 1,158 millones, lo que representó un crecimiento del 56% en volumen y 27% en valor respecto al periodo anterior. No obstante, el precio promedio sufrió un ajuste a la baja en un contexto de recuperación y aumento de volúmenes, cayendo un 18% y situándose en US$ 6.72 por kilogramo.
La uva, en cambio, tuvo un desempeño menos favorable debido a un inicio de campaña poco eficiente, aunque logró cerrar el año de manera más positiva. Se exportaron aproximadamente 285 mil toneladas por un valor de US$ 856 millones, lo que representó una caída del 8% en volumen, pero sin variaciones significativas en valor. Sin embargo, el precio promedio aumentó un 8%, alcanzando los US$ 3.00 por kilogramo, lo que evitó un cierre negativo. Si se evalúa el desarrollo de la campaña 2024/2025 en su conjunto, se puede afirmar que fue un éxito en términos generales.
El café, por su parte, cerró el podio con 68 mil toneladas exportadas por un valor de US$ 322 millones. En este caso, el volumen enviado se redujo en casi 13%, pero el valor aumentó en 11%, impulsado por el fuerte incremento en los precios de granos como el café y el cacao, que experimentaron una escasez mundial. Como resultado, el precio promedio del café alcanzó los US$ 4.68 por kilogramo, un 27% más alto que en el periodo anterior.
EL PELIGRO INMINENTE DE LOS ARANCELES
Para el 2025, las proyecciones eran positivas (ver recuadro Efecto de los aranceles), pero el 2 de abril la administración de Donald Trump anunció la aplicación de una serie de aranceles a las importaciones provenientes de diversos países, incluido el Perú. Si bien actualmente se han abierto espacios de negociación bilaterales con Estados Unidos para evitar o reducir la imposición arancelaria, por ahora el Perú aún no se ha movido en esa línea y posiblemente no sea la prioridad de la administración actual, así que los productos agrícolas peruanos no evitarán el arancel base del 10% para acceder al mercado estadounidense. Esta medida se enmarca dentro de la aparente estrategia proteccionista de la nueva administración norteamericana, que busca salvaguardar la industria y el empleo local, corregir el déficit comercial y enfrentar lo que considera prácticas de competencia desleal.

La medida también impacta a los principales competidores del Perú en la región, como Brasil, Argentina, Chile y Colombia. Todos ellos con una tasa de 10%, pero que esperan negociarlas. El mayor beneficiado parece ser México, que ha quedado exento en sus productos agrícolas y otros que se han acogido al acuerdo T-MEC (75% de sus exportaciones totales). Esto coloca a los productos agrícolas mexicanos en una posición altamente privilegiada, además de su ventaja insuperable de ser el proveedor global más cercano a Estados Unidos. Gracias a esta ventaja adicional, podría quitarle cuota de mercado al resto de proveedores.
Es verdad que la incierta gestión de Trump ha manifestado su intención de deshacer el T-MEC y ya ha iniciado gestiones en el Congreso para lograrlo. Un proceso que podría tomar un tiempo considerable antes de concretarse y que incluso podría no ocurrir, pues ya algunos de sus partidarios congresales han mostrado su disconformidad y han votado alineados con la oposición incluso para impedir que se afecte a Canadá.
Las consecuencias de la aplicación de estos aranceles pueden variar según el producto. En la práctica, es poco común que la mayor parte del arancel termine siendo absorbida por el consumidor final a través de un incremento en el precio, lo que suele traducirse en una reducción de los volúmenes consumidos. Más aún en un contexto en el que la mayoría de analistas económicos espera que la inflación en Estados Unidos se eleve e incluso que el país entre en recesión. Sin embargo, en el caso de los productos agrícolas, factores como su temporalidad, logística, diferenciación y capacidad de negociación pueden permitir la implementación de estrategias de absorción que mitiguen el impacto tanto para el productor como para el consumidor.
En el caso del arándano peruano, su producción en contracampaña con respecto a México y a la temporada interna de Estados Unidos le otorga cierto margen de maniobra en el corto plazo. Los demás competidores del hemisferio sur —como Chile y Colombia— también están sujetos al arancel del 10%, así que estarían en las mismas condiciones. Por ello, la estrategia debe centrarse en optimizar los costos operativos para mitigar parcialmente el impacto en los precios, preservar el volumen de exportación y diversificar mercados explorando nuevos destinos.
Incluso en este caso, pueden absorber parcialmente el arancel por los altos márgenes que maneja este producto. Si bien la posibilidad de que México logre sincronizar su producción con el pico de cosecha peruano sigue siendo remota, la extensión de la campaña peruana hacia los meses de febrero-mayo, y con ello completar el año, es una vulnerabilidad evidente para estos productores.
La consecuencia más inmediata es la pérdida de competitividad de estas nuevas cosechas frente al arándano mexicano. A lo largo del año, el impacto en los volúmenes exportados dependerá de qué tan eficientemente se asimilen los costos mediante la optimización operativa. En un escenario conservador, con medidas de absorción adecuadas y una correcta redistribución de envíos, la reducción en los volúmenes exportados podría situarse entre un 3% y 8% por debajo de la proyección esperada para este año (ver recuadro Efecto de los aranceles). En un escenario adverso, si los competidores aprovechan la coyuntura, la caída podría oscilar entre un 10% y 15%. En ambos casos, sin embargo, el arándano peruano igual mantendrá su crecimiento en este destino, solo que a un menor ritmo.

Por su parte, la uva peruana enfrenta un desafío mayor debido a su campaña más compacta y a la creciente competencia del mercado interno estadounidense, que ya contaba con una ventaja competitiva previa. Su producción sigue en expansión y podría ganar cuota de mercado a medida que la uva peruana pierda presencia. Además, en California existen proyectos de producción en desarrollo que podrían acelerarse tras este anuncio, convirtiendo a la uva en uno de los productos más expuestos a los efectos del arancel.
La estrategia para este caso debe seguir la misma línea: absorber parcialmente los costos operativos y buscar nuevos acuerdos comerciales en mercados alternativos, especialmente en Asia, donde la demanda por la uva peruana ha crecido de manera significativa. Las proyecciones en volumen indican que, en un escenario conservador, si las exportaciones logran redirigirse correctamente y la producción interna de Estados Unidos no crece demasiado rápido, la pérdida de volumen exportado sería de entre un 12% y un 17% sobre el crecimiento proyectado para este 2025. En un escenario adverso, en caso de que la producción local gane más terreno, la caída podría situarse entre un 19% y un 24%. En el caso de la uva, ante este efecto, el resultado general sí podría ser negativo (ver recuadro Efecto de los aranceles). En cuanto al café, su escasez global y la fuerte demanda internacional le otorgan un mayor grado de protección frente al arancel. Además, la mayoría de sus competidores también están sujetos a esta medida, por lo que la pérdida de mercado dependería principalmente del aumento del precio para el consumidor final. Las estimaciones indican que, en un escenario conservador, la reducción sobre el volumen proyectado para este año sería de entre un 2% y un 7%, mientras que en un escenario pesimista la caída podrían alcanzar hasta un 10% en los envíos. En ningún escenario, sin embargo, el resultado final sería negativo (ver recuadro Efecto de los aranceles).
La imposición de estos aranceles a las importaciones peruanas por parte de Estados Unidos representa un desafío significativo para el sector agroexportador. Productos clave como arándanos, café, uvas y espárragos corren el riesgo de perder millones de dólares en cuotas de mercado, debilitando la competitividad del sector. Además, la exención de México bajo el T-MEC refuerza su ventaja y aumenta el riesgo de una pérdida acelerada de participación para el Perú.
Para contrarrestar esta amenaza, el sector debe redoblar esfuerzos en optimizar las cadenas logísticas para reducir costos, generar certificaciones de origen que refuercen la diferenciación de los productos, diversificar mercados para reducir la dependencia del mercado estadounidense y fortalecer las negociaciones conjuntas para garantizar mejores condiciones comerciales. Ya la Cancillería está viendo la manera de generar espacios de negociación para eliminar o reducir el arancel. La situación exige una respuesta coordinada y estratégica para preservar los avances y logros que el sector agroexportador peruano ha construido en los últimos veinte años.