Las barreras en el mercado de frutos secos que enfrenta el Perú

Aunque el Perú dispone de condiciones agroclimáticas y accesos logísticos que representan oportunidades reales, la conjunción de diversos factores configuran un cuello de botella inicial que impide una inserción más agresiva en el mercado global de frutos secos.

Como se explicó en el artículo principal de esta edición, el mercado global de frutos secos es muy grande y crece a ritmos sostenidos (proyección de crecimiento de 5.48% anual). No obstante, el Perú participa de forma marginal en ese crecimiento. De toda la categoría, el país participa principalmente con la nuez de Brasil (cerca de US$ 40 millones exportados en el 2024) y en mucho menor medida con pecanas (apenas US$ 500 mil en el 2024). Otros frutos secos de alto valor global —almendras, pistachos o avellanas— prácticamente no están presentes en la canasta agroexportadora peruana. Esta realidad contrasta de manera notable con el éxito alcanzado por los productos frescos peruanos (arándano, uva, palta) y plantea interrogantes sobre las razones que frenan una incursión decidida del país en una línea de productos tan relevante a escala mundial.

En la práctica, la disponibilidad de material genético mejorado en Perú es muy limitada. Gran parte de este producto reservado para nuevas plantaciones proviene de importaciones desde Chile, y los programas nacionales de mejoramiento genético para nueces han estado poco desarrollados. Las variedades más demandadas por los mercados internacionales —por ejemplo, Nonpareil en almendra o Chandler en nogal— no se obtienen en el país y, cuando se intenta su ingreso, se enfrenta a exigentes requisitos fitosanitarios y cuarentenas prolongadas (frecuentemente mayores a los 12 meses), lo que retrasa y encarece el acceso. Esta carencia de material genético competitivo limita los rendimientos agronómicos y dificulta la puesta en marcha de plantaciones comerciales a gran escala capaces de posicionar a Perú en este segmento.

El éxito de los cultivos frescos ha canalizado el flujo de inversiones privadas hacia especies de retorno más rápido y ciclos cortos. En contraste, los huertos de frutos secos requieren inversiones de capital significativamente mayores por hectárea (estimaciones de US$ 17,000-20,000/ha para cultivos como almendra o pistacho), mientras que cultivos frescos exitosos en Perú (por ejemplo la palta) demandan montos inferiores (US$ 8,000-10,000/ ha en plantación inicial). Además, algunos frutos secos requieren varios años hasta alcanzar producción comercial plena (por ejemplo, pecanas pueden tardar 8 a 10 años; los pistachos comienzan a producir valores relevantes a partir del año 4), lo que implica un horizonte de recuperación largo y mayores riesgos para inversores y productores acostumbrados a ciclos más cortos.

Los cultivos de nuez también demandan una infraestructura especializada: secadoras, líneas de pelado/descascarado, sistemas de control de humedad y plantas de empaque con estándares fitosanitarios. Actualmente, el Perú no cuenta con una industria de procesamiento a gran escala capaz de absorber rápidamente una expansión masiva en esta línea. Si bien el país dispone de ventajas logísticas relativas — por ejemplo, rutas marítimas recientes hacia Asia (puerto de Chancay) y regiones costeras con condiciones agroclimáticas comparables a algunas zonas productoras internacionales (Piura vs. California)—, la primera barrera es la movilización de grandes capitales para financiar plantaciones mecanizadas, viveros certificados y plantas de procesamiento. Los pequeños productores, por su parte, enfrentan restricciones de acceso al financiamiento y tasas que dificultan la viabilidad financiera de inversiones intensivas y de largo plazo.

En resumen, aunque el Perú dispone de condiciones agroclimáticas y accesos logísticos que representan oportunidades reales, la conjunción de falta de material genético certificado, preferencia e inversión masiva en cultivos frescos de retorno rápido, costos de inversión por hectárea significativamente superiores y ausencia de infraestructura industrial configura un cuello de botella inicial que impide una inserción más agresiva en el mercado global de frutos secos. Superar estas barreras requerirá políticas públicas orientadas a facilitar el ingreso de material genético de calidad, incentivos financieros para plantaciones de largo plazo, y promover inversiones en procesamiento y agrupación productiva que permitan alcanzar la escala y la competitividad necesarias.


¿Te ayudamos a encontrar algo?