La industria mundial de la naranja con exportaciones anuales de US$ 5,277 millones en el 2024 es un mercado muy interesante para los productores agrícolas de todo el mundo. España, por su ubicación geográfica en Europa, encabeza las exportaciones mundiales con 1,189 mil toneladas y US$ 1,193 millones (22.6%); seguida de Egipto con 844 mil toneladas y US$ 893 millones (16.9%); y, Sudáfrica con 1,133 mil toneladas y US$ 759 millones (14.4%). El Perú es un jugador aún pequeño en este mercado, con una presencia de 33,357 toneladas exportadas y US$ 42 millones, destacando por jugos y derivados.
La producción mundial tiene gigantes. Brasil, con una cosecha anual de alrededor de 13 millones de toneladas, destina la mayor parte a la industria de jugo de naranja, con un alto consumo interno. En contraste, Florida (Estados Unidos) —históricamente un bastión de la producción— enfrenta su nivel más bajo desde 1930, con una proyección de apenas 12 millones de cajas en la campaña actual, un 33% menos que el año anterior. Esta caída se explica por el impacto de huracanes que dañaron más de 300,000 acres y la propagación del Huanglongbing (HLB) o “enverdecimiento”, que afecta tanto el rendimiento como la calidad. Para compensar, Florida ha triplicado sus importaciones de jugo desde Brasil y México.
En Europa, España reportó precios favorables para naranja fresca e industria, impulsados por mayores precipitaciones en Andalucía. Sin embargo, los calibres reducidos de la variedad Navelina incentivaron a algunos productores a destinar su fruta a la industria.
Egipto, por su parte, tras evitar la sobreoferta de la campaña pasada, enfrenta ahora la reducción de subsidios a la exportación y las dificultades logísticas derivadas de la crisis en el Mar Rojo, lo que encarece sus envíos a Asia. Los precios en origen prácticamente se duplicaron respecto al año previo. Sudáfrica, con condiciones climáticas favorables y mejoras en su eficiencia portuaria, proyecta un aumento en los envíos de variedades Navel y Valencia.
En cuanto al Perú, durante la campaña 2025 (de enero a agosto) se han acumulado cerca de 22,377 toneladas exportadas, equivalentes a US$ 22 millones. Esto representa un crecimiento de 54% en volumen y 20% en valor frente al mismo periodo del 2024. Sin embargo, el precio promedio retrocedió 22%, situándose en US$ 0.95 por kilogramo.

Pese al panorama alentador, existen retos importantes. La detección de la subespecie pauca de Xylella fastidiosa en cítricos de Junín y Loreto amenaza con reducir la producción en hasta 30% en las zonas vulnerables, con graves consecuencias económicas si la plaga se expande. A ello se suma la ausencia de nuevas plantaciones desde el 2020, lo que podría generar un estancamiento hacia el 2030, dado que los árboles actuales ya se encuentran en plena madurez productiva.
Las oportunidades para el Perú son notables. Nuestro crecimiento agroexportador genera que más empresas comiencen a buscar aumentar su portafolio de productos para ofrecer a sus clientes internacionales. La crisis global ha impulsado la demanda de naranjas peruanas, con una campaña que aún no alcanza sus meses de mayor dinamismo, usualmente hasta octubre; así, la preferencia por alimentos ricos en vitamina C ha favorecido la oferta diversificada del país.
Ante ello, Europa y Rusia emergen como mercados prometedores ante la menor disponibilidad de competidores, mientras que la apertura del mercado brasileño a los cítricos peruanos abre una ventana estratégica por proximidad y un potencial de 212 millones de consumidores. La diversificación hacia Europa, Centroamérica y Asia ha sido, además, clave para reducir la dependencia de Estados Unidos.
De cara al futuro, el potencial de crecimiento de la naranja peruana es considerable, siempre que se logre atender los principales desafíos. Resulta esencial impulsar nuevas plantaciones y diversificar variedades para cubrir ventanas de cosecha aún desatendidas, además de fortalecer los controles fitosanitarios contra Xylella fastidiosa.
En conclusión, el Perú debe consolidar su estrategia de diversificación de mercados, fortaleciendo su presencia en Europa y Asia, y aprovechar al máximo la apertura de Brasil, apoyado en ventajas logísticas como el puerto de Chancay. La calidad, la certificación orgánica y la innovación genética serán pilares fundamentales para sostener su competitividad. La actual “fiebre de la naranja” representa una oportunidad de oro para que Perú se posicione como un actor clave en la agroexportación global de cítricos. Las empresas y el sector público peruanos tendrán que decidir si aceptan el reto de entrar a los cítricos de una forma más importante o si seguirán siendo un actor secundario de ese mercado.