Durante la década pasada, la quinua vivió un gran momento de popularidad a nivel internacional. Sus extraordinarias propiedades alimenticias generaron su denominación como superalimento e hizo que la demanda creciera exponencialmente en los principales mercados del mundo. Sin embargo, con la llegada de la nueva década, parece que esta moda ha empezado a apagarse.
El Perú es en la actualidad el principal exportador global de este grano. Sin embargo, su liderazgo está constantemente amenazado por la producción boliviana. En los últimos dos años, se nota una clara tendencia a la baja para los envíos de quinua peruana. Los precios han caído drásticamente con el pasar de los años y, en la actualidad, la cotización es hasta 70% menor que lo obtenido en el año 2014. La principal razón de esta situación es que muchos de los principales compradores del mundo han empezado a producir el grano de manera interna, generando cada vez menor demanda por quinua importada.
Hasta el cierre de agosto del 2023, los envíos de quinua peruana han sumado solamente 29,139 toneladas por un valor de US$ 61 millones, 11% menos en volumen y 4% menos en valor. La limitada oferta peruana produjo que el precio compense en parte la caída. El exportador peruano recibió en promedio US$ 2.09 por kilogramo de quinua, 8% más que el año pasado y, con este resultado, la mala racha para la quinua peruana parece continuar un año más. Pero ello no solo le ocurre al Perú: Bolivia está sufriendo los mismos problemas, tanto a nivel interno como externo, generando una gran crisis para este grano.
DESAFÍOS INTERNACIONALES
La quinua ha estado adoleciendo de una baja rentabilidad en los últimos años. Esto se ha agravado especialmente durante el inicio de la pandemia con el alza de los costos logísticos y la falta de contenedores. Ante los mayores gastos, los exportadores priorizaron sus envíos hacia destinos más cercanos en los que pudieran ser competitivos. Así, los de mayor distancia, como Europa o Asia para el caso peruano, fueron perdiendo fuerza, y esta tendencia no parece ceder aún con el alivio de la gran crisis de contenedores y el congestionamiento de los puertos. Toda esta situación ha estancado las intenciones de siembra en el último año y medio contribuyendo a la limitada oferta que hoy se presenta.
Otro factor externo de suma importancia es el considerable crecimiento de la producción interna de los principales mercados de destino de la quinua peruana. Antes del 2017, los países capaces de producir quinua eran escasos, lo que permitía al Perú y Bolivia dominar el negocio con una mayor rentabilidad que la actual. Sin embargo, en la actualidad, se reporta que más de 75 naciones ya están produciendo quinua. La mayoría de esta producción está destinada al consumo interno, pero muchos de estos países han tenido el suficiente éxito productivo como para animarse a exportar. Ese es el caso de Canadá, Alemania o los Países Bajos. Debido a ello, la demanda por quinua importada de las principales regiones consumidoras, como Europa o Norteamérica, ha ido retrocediendo de manera constante.
Este problema es bastante difícil de combatir, especialmente si el Perú o Bolivia no han sido capaces de diferenciar su producción de la del resto del mundo. No existen marcas reconocibles por regiones productoras que generen distinción a la producción interna de los grandes mercados. Esto a pesar de que los productores andinos aún mantienen calidades superiores al resto de países. Para ello, es necesario un trabajo en conjunto de las instituciones responsables de la promoción de estos productos y las empresas privadas.
Con respecto a la producción, este año se han presentado gigantescos desafíos climáticos que pusieron en jaque a la quinua peruana. Las altas temperaturas debidas al fenómeno El Niño han causado que las principales regiones productoras del Perú tengan importantes problemas de sequía. Las precipitaciones han sido escasas en Puno, principal productor peruano de quinua, por lo que la falta de agua para los cultivos se ha hecho notar. Además, el tener estas mayores temperaturas ha provocado que las plagas aumenten y la merma sea incluso mayor. Producto de esto, se calcula que la producción en este año ha retrocedido en aproximadamente 25%; además de que, aparentemente, la situación climática no va a ceder. Las esperadas lluvias aún no llegan a Puno y ponen en grave peligro la oferta para el próximo año.