La fresa peruana conquista mercados y se abre paso en la competencia global

Hasta septiembre, se registraron 17,598 toneladas exportadas, valorizadas en aproximadamente US$ 32 millones.

El mercado global de la fresa se ha convertido en un sector altamente competitivo y dinámico que mueve alrededor de US$ 5,285 millones anuales en exportaciones. Este escenario se caracteriza por la creciente presencia de nuevos actores que consolidan su posición como productores relevantes, entre ellos Egipto, Turquía y México. En términos de valor, México lidera las exportaciones con una participación aproximada del 19%; seguido por España, con el 16%; y Estados Unidos, con el 13%. Sin embargo, la estructura del mercado muestra un contraste marcado en el segmento de fresa congelada, donde Egipto domina ampliamente con envíos mundiales en el 2024 equivalentes a US$ 392 millones, seguido por México (US$ 186 millones), Polonia (US$ 126 millones) y Chile (US$ 112 millones).

El panorama internacional en el 2025 está influido por tendencias estructurales y desafíos globales, siendo el cambio climático el factor más determinante. Sus efectos se manifiestan en la alteración de los volúmenes y la calidad de la producción, con lluvias intensas o sequías que incrementan las pérdidas y afectan los rendimientos. En Marruecos, por ejemplo, las fuertes precipitaciones de marzo del 2025 interrumpieron el comercio de fresa fresca, obligando a redirigir la producción al mercado del congelado. En Italia, las heladas en el norte y el exceso de humedad en el sur generaron dificultades agronómicas y elevados porcentajes de descarte. En Norteamérica, la oferta mexicana sostiene el abastecimiento regional con proyecciones de ventas récord hacia Estados Unidos, consolidando su papel como principal proveedor de berries del continente, gracias a su proximidad logística, pese a los riesgos asociados a plagas, enfermedades y sequías. La tendencia hacia el consumo de fresa congelada continúa en ascenso, destacando Egipto, que mantiene casi 500,000 toneladas anuales exportadas en este formato y donde la fresa fresca se mantiene como actividad complementaria.

El modelo exportador de México se sustenta en su cercanía geográfica con Estados Unidos, que concentra el 87.79% de sus importaciones, y en su especialización en fresa fresca, aunque también participa en el segmento congelado. En Europa, España e Italia mantienen una producción tecnificada y concentrada: en el caso italiano, más del 85% del cultivo se desarrolla bajo protección. España, principal competidor europeo, orienta sus ventas principalmente a Alemania, Francia y el Reino Unido. Egipto, además de ser el mayor exportador mundial de fresa congelada, avanza en su posicionamiento como proveedor de material vegetal, incluyendo plántulas y semillas, logrando incluso la apertura del mercado peruano a sus plántulas de fresa en el 2025.

Dentro de este entorno competitivo, el Perú ha mostrado un crecimiento sostenido que lo proyecta como un actor emergente, aunque su participación aún es reducida, cercana al 1% del mercado global. Su estrategia apunta a competir directamente con Egipto y Polonia en el rubro de fresa congelada, que representó el 93% del valor total exportado en el 2024 (US$ 56.8 millones de un total de US$ 61 millones). El sistema productivo peruano se distingue por su estructura descentralizada y su base en pequeños agricultores, con inversiones iniciales relativamente bajas —entre S/ 30,000 y S/ 40,000 por hectárea—, lo que facilita la inclusión de la agricultura familiar. La región Lima concentra cerca del 80% del área cultivada, destacando valles como Barranca, Huaura, Huaral, Canta y Cañete. Una ventaja clave del país es su capacidad de producir durante todo el año gracias a sus diversos microclimas; mientras que otras regiones del mundo dependen de temporadas específicas. Además, la producción se extiende en contraestación a regiones como Áncash, Huánuco, Arequipa, Apurímac, Cusco, La Libertad y, más recientemente, Puno. Se observa un uso creciente de tecnologías como el riego por goteo y el mulch plástico, que evita el contacto directo de la fruta con el suelo, reduciendo la pudrición por Botrytis y mejorando la calidad visual. No obstante, el sector enfrenta limitaciones por su dependencia genética de variedades extranjeras —como las desarrolladas por la Universidad de California Davis (San Andreas) o Planasa—, las cuales requieren pagos de regalías y no siempre se adaptan óptimamente a las condiciones locales.

El desempeño exportador peruano en el 2025 ha sido particularmente favorable. Hasta septiembre, se registraron 17,598 toneladas exportadas, valorizadas en aproximadamente US$ 32 millones, lo que representa un incremento del 57% en volumen y 62% en valor frente al mismo periodo del 2024. Además, la fresa peruana fue uno de los pocos productos agroexportadores con mejora en precios internacionales, alcanzando un promedio de US$ 1.82 por kilogramo, un aumento del 3% respecto al año anterior. Un logro clave del año fue la apertura del mercado brasileño en septiembre, un destino estratégico con importaciones anuales de frutas frescas valorizadas en más de US$ 14,000 millones y un mercado potencial de 211 millones de consumidores.

Pese al avance en valor y diversificación de destinos, la fresa peruana enfrenta retos estructurales importantes, siendo la baja productividad el principal. En el 2023, el rendimiento promedio nacional fue de 15,683 kg/ha, muy por debajo del promedio mundial de 23,500 kg/ ha y lejos de los niveles alcanzados por Estados Unidos (60,600 kg/ha) o España, donde se obtienen hasta 3 kg por planta, frente al promedio peruano de 1 kg. Esta diferencia refleja una brecha tecnológica y formativa significativa entre los pequeños productores peruanos y los referentes internacionales.

A ello se suman los desafíos fitosanitarios, la inocuidad y la gestión de residuos químicos, aspectos críticos para mantener el acceso a los mercados más exigentes. Los riesgos climáticos e hídricos también son factores de preocupación, lo que exige mayor conocimiento sobre el comportamiento de las variedades y su resistencia frente a condiciones cambiantes. Sin embargo, existen oportunidades relevantes en el fortalecimiento del formato congelado, la creciente demanda de productos premium y la reciente apertura de Brasil como destino estratégico.

La fresa es una de las pocas frutas que ha demostrado capacidad de crecer en invernaderos a más de 3,500 metros de altura, generando microclimas especiales con amplitud térmica, que va de máximos de hasta 30° C en el medio día dentro del invernadero con toda la fuerza del sol, hasta -5° C en la noche. Esa amplitud térmica ayuda a que los azúcares y la formación de las fresas de altura sean de una calidad única en el mundo. Las experiencias alrededor de la Montaña de Siete Colores en Cusco es una demostración de que es posible generar la vinculación de la fresa con las cadenas de agricultura familiar.

Para posicionar al Perú como referente global en la exportación de fresa congelada, es esencial la acción coordinada entre los sectores público y privado. La prioridad debe centrarse en la tecnificación del cultivo y la reducción de la brecha tecnológica. El sector privado necesita invertir en infraestructura de riego —incluso en sistemas móviles— y en plantas de alta calidad genética y sanitaria que justifiquen inversiones de hasta US$ 40,000 por hectárea, asegurando rentabilidad y sostenibilidad. En paralelo, el Estado y la academia deben impulsar la investigación y el desarrollo de un programa nacional de mejoramiento genético adaptado a las condiciones locales, con variedades resistentes a patógenos como Fusarium spp. En materia regulatoria y logística, resulta indispensable fortalecer la capacitación en buenas prácticas agrícolas y manejo integrado de plagas, garantizando el cumplimiento de los Límites Máximos de Residuos (LMRs) exigidos por los principales mercados. Finalmente, el Estado debe continuar promoviendo la diversificación de destinos y el desarrollo de productos con mayor valor agregado, acompañados de soporte técnico y financiero que asegure la inclusión sostenible de la agricultura familiar en la cadena agroexportadora.


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