El maracuyá se recupera

Modelo productivo y exportador peruano se distingue por su enfoque en el valor agregado.

El maracuyá peruano, o passion fruit, se presenta como un producto con alto potencial para nuestras agroexportaciones. En el 2025, este fruto va logrando la consolidación luego de unirse a la lista de los productos que superan los 50 millones de exportaciones anuales.

El mercado global de esta fruta exótica es tan relevante como cambiante: se estimó que su valor alcanzó alrededor de US$ 4 mil millones en el 2024. Este impulso proviene, sobre todo, de la creciente demanda industrial de productos procesados —pulpa, concentrados y extractos—, que generan mayor valor y facilitan el comercio internacional. La pulpa congelada es hoy el formato de mayor dinamismo.

A nivel mundial, Brasil lidera con el 70% de la producción global y también es el mayor consumidor, seguido por Colombia y Ecuador. El Perú se ubicó como el undécimo proveedor mundial y el tercero en Sudamérica. En cuanto a los mercados compradores, China encabeza la lista con el 33% de las importaciones globales, seguida por Estados Unidos, Países Bajos y Alemania.

En el 2025, el mercado internacional mantiene una demanda sostenida por sabores exóticos e ingredientes naturales para las industrias de bebidas y alimentos funcionales, lo que impulsa la transformación y el valor agregado. Sin embargo, el sector enfrenta desafíos estructurales como la volatilidad de precios y la oferta, muy sensibles a eventos climáticos extremos; los altos costos logísticos y las limitaciones en la cadena de frío, esenciales para el transporte de fruta fresca y pulpa; además de las crecientes exigencias sanitarias y fitosanitarias en mercados como la Unión Europea y Estados Unidos, que imponen certificaciones y controles de residuos cada vez más estrictos. En el ámbito productivo y exportador, los principales competidores presentan un modelo mixto donde empresas medianas y grandes concentran la producción de pulpa, jugos y extractos, operando bajo contratos B2B con la industria alimentaria. En países como Brasil, Colombia y Ecuador, el maracuyá es clave para la agricultura familiar, y la producción de pequeños agricultores suele canalizarse hacia plantas procesadoras. Algunos países, como Surinam, fomentan el cultivo a pequeña escala con apoyo estatal —provisión de postes, alambres y programas de asociatividad—, aunque sus plantas procesadoras a menudo optan por importar concentrados ante la falta de continuidad y homogeneidad en la producción local.

El modelo peruano, en cambio, se distingue por su enfoque en el valor agregado. El jugo de maracuyá lidera el portafolio exportador, representando el 51.1% de los envíos durante el primer semestre del 2025. También destacan los concentrados, pulpa, fruta fresca, bebidas, aceite y otros derivados. La producción se concentra en la costa —especialmente en Lima, La Libertad, Lambayeque, Piura y Áncash—, aunque también se extiende hacia zonas de sierra y selva, beneficiando a cientos de pequeños y medianos productores. No obstante, la fragmentación productiva sigue siendo un reto que dificulta la estabilidad de los volúmenes y demanda una mayor articulación. Para enfrentarlo, el sector —a través de la Mesa de Frutas para la Industria de ADEX y el INIA— impulsa el desarrollo de una variedad élite peruana de maracuyá amarillo de alto rendimiento y mejor genética, junto con investigaciones sobre manejo nutricional del suelo y tecnologías adaptadas a cada región.

El desempeño del maracuyá peruano en el 2025 ha sido notablemente positivo. Hasta septiembre, los envíos sumaron 17,992 toneladas por un valor aproximado de US$ 67 millones, lo que representa un crecimiento del 18% en volumen y más del 28% en valor respecto al año anterior. Este repunte es especialmente destacable tras la contracción del 10.7% registrada en el 2024, consolidando al 2025 como un año de recuperación firme. Además del mayor volumen, los precios han contribuido al resultado: el valor promedio por kilogramo alcanzó casi US$ 3.73, un 9% superior al del 2024.

De cara al futuro, el Perú irá desarrollando nuevos productos estrella para la canasta agroexportadora y las oportunidades para el maracuyá peruano se concentran en la diversificación hacia productos de mayor valor —como extractos e ingredientes funcionales—; la apertura de nuevos mercados en Asia Pacífico, Medio Oriente y Europa del Este; y el fortalecimiento del posicionamiento en nichos orgánicos y sostenibles. Certificaciones como Global GAP, BRCGS, SMETA y GRASP aportan una ventaja competitiva en la Unión Europea y otros destinos exigentes. La agroexportación peruana ya es líder mundial, pero, necesita seguir el impulso innovador para seguir compitiendo.

Lograr posicionar al Perú como el productor agrario de los mejores productos del mundo implica que estemos más cerca de que las agroexportaciones sean esa gran motor que llevará a la economía peruana a un nuevo nivel con los trabajadores agrícolas peruanos con el orgullo de ser los grandes abastecedores de alimentos del mundo.


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