El reto de productividad para la mandarina

Las diferentes variedades de este codiciado cítrico permiten abastecer al mercado global todo el año. Sin embargo, hay desafíos que superar para que el Perú se mantenga como uno de los principales exportadores de América.

Las exportaciones de mandarina entre enero y octubre del 2019 no han mostrado un crecimiento significativo en general. En volumen se creció 0.5% respecto del 2018 (138,130 toneladas) y en valor se registró una caída de 0.5% (US$ 166 millones).

A modo de repaso, en enero y febrero pasado se experimentó una mejoría, puesto que, a diferencia de otros años, el 2019 sí hubo cosecha. Pero en marzo, comenzaron los altibajos. Marzo, mayo, agosto y setiembre del 2019 presentaron caídas de -41%, -10%, -21% y de -63%, respectivamente; aunque estas se compensaron con lo producido en abril, junio, julio y octubre pasado.

Las mandarinas de maduración temprana (tangerinas, satsumas y clementinas), que se cosechan durante la primera mitad del año, reportaron una caída de 23%, en promedio. Por otro lado, las de maduración tardía o también llamadas “híbridas” crecieron en 10%, pese a las caídas reportadas en setiembre (-18%) y octubre (-19%).

La sensibilidad de este cultivo al cambio climático y a las temperaturas experimentadas este año en el país le pasaron factura al codiciado cítrico. Según información de la empresa de fertilizantes Yara South Pacific, la merma de la producción de mandarina a octubre fue de entre 10% y 15% en comparación con años anteriores, en los cuales rondaba el 5%.

El reto para los agricultores que cultivan esta fruta radica en mejorar la productividad de sus tierras, pese al clima, de manera que se obtenga una mandarina adecuada para la demanda internacional.


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