El escenario actual del comercio global presenta una creciente volatilidad en los precios internacionales. Tras un ciclo de valores excepcionalmente altos entre el 2023 e inicios del 2025, el mercado mundial ha reaccionado con un incremento considerable de la oferta, con países como México, Sudáfrica, Chile y diversas naciones de África Occidental expandiendo de forma significativa sus volúmenes de exportación. El Perú no se ha querido quedar atrás y muestra también un fuerte aumento de su propia oferta en casi todos los productos peruanos. Para el caso peruano, se ha ingresado al grupo de los diez productores más importantes de frutas frescas del mundo.
Sin embargo, eso comienza a generar la necesidad de una planificación comercial más sofisticada y una adecuada información de las plantaciones de los principales agroexportadores nacionales si se quiere disminuir la presión a la baja sobre los precios al momento de la comercialización, situación reflejada en el índice de precios de los alimentos de la FAO, que en agosto del 2025 se mantenía un 18.8% por debajo de su máximo de marzo del 2022.
Durante el 2025, las agroexportaciones peruanas acumularon hasta agosto un crecimiento cercano al 19%, favorecidas por el rezago de precios altos y mayores volúmenes. El mes de julio de este año ha evidenciado una desaceleración, con reducciones en el valor exportado derivadas del desplome de las cotizaciones internacionales. Frente a este escenario, existen algunos aprendizajes de estrategias que vienen usando los productores del Perú; en este 2025, por ejemplo, la diversificación varietal se presenta como una herramienta estratégica indispensable, capaz de reducir la vulnerabilidad del sector y salvaguardar su rentabilidad en el largo plazo.
Desde la perspectiva económica, la diversificación varietal constituye una sofisticada herramienta de gestión de riesgos. Al cultivar simultáneamente variedades premium y estándar, así como ciclos de maduración tempranos, medios y tardíos, los exportadores logran desacoplar sus ingresos de las fluctuaciones propias de los mercados que funcionan como commodities. Esta estrategia permite varios beneficios.
Primero, una segmentación más eficiente, las variedades premium con atributos superiores (sabor, firmeza, vida poscosecha) se destinan a nichos de alto valor con demanda menos sensible al precio, mientras que las variedades estándar atienden la demanda masiva. De este modo, aun cuando los precios del producto genérico caen por sobreoferta, el segmento premium puede sostener márgenes estables y actuar como ancla de rentabilidad.
Segundo, la introducción de variedades con ciclos de maduración escalonados extiende la ventana comercial y evita la concentración de toda la cosecha en los picos de producción, momentos en los que la saturación del mercado precipita el derrumbe de los precios.
Tercero, al distribuir la oferta a lo largo del año se reduce la presión sobre la capacidad de absorción de los mercados y se capturan mejores precios en periodos de menor competencia global.
Finalmente, cuarto y no menos importante, las diferentes variedades funcionan como productos independientes y generan que tengan demandas independientes que logran disminuir la presión que se pondría sobre el producto si no se sembrara mayor diversidad de productos. Por ejemplo, hay variedades de mandarinas que son altamente demandas en Estados Unidos y otras que son altamente demandadas en Japón. Ambas son mandarinas, pero, variedades diferentes que sí son aceptadas de forma masiva en Estados Unidos y no en Japón y viceversa.
El arándano peruano constituye un caso emblemático de cómo esta estrategia ha sido decisiva para consolidar el liderazgo mundial del país. El Perú ha transitado de un modelo centrado en pocas variedades a otro altamente diversificado. El Perú ha pasado de dos tipos del berry que concentraban la gran mayoría de envíos en el 2017 a más de nueve variedades que hoy representan el 80% del total exportado. Este cambio ha permitido ofrecer un abanico de opciones con distintos atributos y ventanas comerciales que se acomodan a diversos países y consumidores según sus gustos específicos.
Aunque la campaña 2025/2026 enfrenta una fuerte caída de precios —en agosto el promedio se contrajo 41% a US$ 5.95 por kilo—, la diversificación ha funcionado como amortiguador clave. Las variedades licenciadas y premium, como OZblu Mágica, han alcanzado precios más de 20% superiores al promedio de variedad estándar. Esta diferenciación genética no solo protege los márgenes, sino que además responde a la demanda de mercados sofisticados como los asiáticos, que exigen bayas de mayor calibre y calidad superior. Así, el reto para el sector del arándano ya no es solo producir más, sino vender mejor, equilibrando volumen y valor para garantizar un crecimiento sostenible.
La uva de mesa peruana refleja una transición similar y exitosa. En la última década, la industria pasó de depender de variedades tradicionales con semilla como la Red Globe a un portafolio dominado por variedades patentadas sin semilla como Sweet Globe y Autumn Crisp. La diversidad varietal ha generado que, en el 2023, la Sweet Globe desplace por primera vez a la Red Globe como la uva más exportada y, actualmente, las variedades protegidas representan cerca del 75% del volumen total. Esta transformación genética ha permitido ajustar el portafolio según el destino.
La Red Globe conserva un nicho en ciertos mercados asiáticos, mientras que las variedades sin semilla, con mejor textura y vida poscosecha, lideran en Europa y Estados Unidos. Esta flexibilidad para segmentar es una herramienta que fortalece la posición negociadora y asegura relaciones comerciales estables, pues compensa la caída en el precio de una variedad con las ganancias de otra.
De otro lado, el caso de la palta evidencia la alta vulnerabilidad de una diversificación limitada debido a la fuerte presencia de variedad Hass en el comercio mundial. La producción peruana para exportación se concentra casi por completo en la palta Hass, con una ventana de cosecha definida que restringe las opciones comerciales. Esta dependencia ha dejado al sector expuesto a una drástica caída de precios frente al aumento de la oferta global y la saturación de mercados clave.

En el primer semestre del 2025, un aumento del 35% en el volumen exportado desencadenó una “guerra de precios”, particularmente en Europa. En agosto, el valor se desplomó un 33% hasta US$ 1.71 por kilo y, pese a un incremento del 56% en volumen, el valor exportado apenas creció 5%. Esta crisis de rentabilidad golpea a más de 22,000 productores, muchos de ellos pequeños y vulnerables a la volatilidad. La situación demuestra que un modelo de crecimiento basado únicamente en la expansión de hectáreas de una sola variedad está mostrando signos de agotamiento y requiere con urgencia diversificación hacia otros cultivos y una extensión de la ventana comercial para evitar que se repitan estas crisis.
Países como Chile, México o el mismo Estados Unidos tienen un mercado local que ayuda a consumir la producción de palta Hass de sus países en caso de necesitar usarlo como estrategia de negociación de precios. Sin embargo, para el consumidor peruano, amante de otras variedades como la palta fuerte, la variedad Hass no es de las principales en su consumo, por lo que, poco puede hacer el agroexportador para dirigir su producción hacia el consumo local en el país.
Implementar una estrategia de diversificación varietal en el Perú tiene ventajas muy claras, pero, presenta, también, diversos retos muy importantes. La principal barrera es el acceso a genética, que suele implicar el pago de costosas licencias y el cumplimiento de contratos de exclusividad, lo que resulta prohibitivo para productores de menor escala. A ello se suma la reconversión de campos, que exige fuertes inversiones y un periodo de improductividad mientras las nuevas plantas alcanzan madurez. También es clave una colaboración público-privada robusta para agilizar protocolos fitosanitarios que permitan importar y ensayar nuevas variedades en suelo peruano, como se explora actualmente con la cereza y la frambuesa.
Para reforzar la competitividad del sector, es imperativo que los actores públicos y privados profundicen su apuesta por la innovación. Se recomienda impulsar la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i), con énfasis en el sector privado, orientado a la adaptación de nuevas variedades y a la creación de genética propia.
Igualmente es fundamental utilizar inteligencia de mercados para anticipar tendencias de consumo y monitorear las cosechas de países competidores, ajustando proactivamente las estrategias de exportación; asimismo, fomentar una segmentación más eficiente, diferenciando claramente entre fruta premium y estándar, y priorizando canales de comercialización directa con grandes cadenas internacionales.
El éxito mundial de nuestra gastronomía de forma abrumadora año tras año, por ejemplo, puede ser un gran promotor de la marca Perú en productos de calidad premium que puede ser complementaria a nuestra línea de súper alimentos. Lo que comenzó como un sueño de poner a producir tierras áridas en el Perú, ya se ha vuelto una realidad. Ahora viene el segundo paso importante, posicionar al Perú como líder global que alimentará al mundo en las próximas décadas con productos de calidad de marca Perú y con las variedades que los consumidores internacionales demandan.