Hace una década, junto con el arándano se hablaba de la frambuesa. Si el arándano podía funcionar, ¿por qué no la frambuesa? Era claro que este producto, por su alto valor, podría ser una gran adición a la canasta agroexportadora peruana. Sin embargo, hoy en día sigue siendo considerado un producto en situación experimental en el país.
Para el 2018, los envíos de volúmenes considerables parecían iniciar con cerca de 16 toneladas por un valor de US$ 57,000. Sin embargo, lejos de despegar, se fue apagando, con envíos muestrales apenas significativos, complicándose aún más con el inicio de la pandemia.
Esta situación responde a varias razones. La principal se debe a la elección inicial de la variedad utilizada el Perú: la frambuesa Heritage. Al ser la más tradicional de las frambuesas en el mundo por sus volúmenes por hectárea, resistencia y sabor fue escogida por los pioneros del país. Lamentablemente, no dio los resultados esperados en tierras peruanas. Los bajos calibres y los grandes problemas logísticos que produjo llevó a los productores peruanos a explorar otras alternativas.
Actualmente se esta optando por experimentar con variedades como la Santa Clara, Santa Catalina, Adelita, Kwansa y Kwell. Muchas de estas han producido óptimos resultados a nivel de volumen, alcanzado en los dos últimos años hasta las 23 toneladas por hectárea. Resultados bastante positivos debido a que el promedio de grandes productores como México alcanzan unas 19 toneladas por hectárea. De continuar así, es probable que algunos de los cultivos experimentales pasen a unos permanentes y se extiendan las hectáreas sembradas.
Sin embargo, aún existe una limitante por resolver: las dificultades poscosecha que presenta el producto. La frambuesa, a diferencia de otros berries como el arándano, parece tener menor resistencia al ser transportada. Esto puede generar grandes problemas al competir en el mercado internacional. Por ejemplo, el mayor proveedor actual de Estados Unidos es México con casi el total del mercado acaparado. Aquí se puede presentar una gran dificultad en enfrentar un rival comercial con la ventaja de poder enviar por tierra su producto generando costos realmente bajos. De ahí la necesidad de poder consolidar variedades que tengan una mayor resistencia y poder hacerlos competitivos.
Con respecto a los posibles socios comerciales, las grandes empresas agroexportadoras ya están buscando posibles ejes en las principales regiones del mundo. Para ello, también es importante el trabajo de las autoridades sanitarias para permitir la llegada de los productos en dichos mercados. Estados Unidos se ve como una opción viable debido a la posibilidad de que los envíos no sean afectados por el arancel, pero será necesario un gran trabajo de planeación comercial para poder complementar los envíos realizados por México en vez de buscar una competencia directa.